Los baños en al-Andalus

14.07.2014 23:14

Introducción

Sabemos que en al-Andalus, así como en el mundo islámico en general, el agua, junto a su uso para la higiene, tiene un simbolismo especial pues está relacionado con el Paraíso y la pureza del cuerpo necesaria para la oración, de ahí que tanto las casas, como los palacios, como los espacios públicos estén siempre provistos de una fuente de agua, ya sea con un aljibe, un pozo o un estanque. No es extraño por tanto que junto a estos pequeños depósitos de agua las medinas dispongan además de un gran número de baños públicos, como ya ocurriera en la Antigua Roma. 

Al igual que muchas medinas eran herederas de las ciudades romanas, los baños árabes lo eran de sus termas y en numerosas ocasiones éste último término es utilizado en crónicas, sustituyendo al vocablo hammam. Sin embargo, si tenemos en cuenta las funciones de los baños andalusíes, es difícil saber con certeza si la influencia romana fue mayor que la influencia árabe: los baños estaban ligados a la existencia de la mezquita, siendo una especie de antesala al templo, lugar dónde se realizaban las abluciones en el nombre de Dios. Pero además de esta relación entre mezquita y hammam, hay otras muchas funciones que llegan incluso a desplazar a la originaria y que podrían explicar la proliferación de estos edificios en las ciudades musulmanas: los baños son también lugar de reunión, relaciones sociales, placer y relajamiento, tal como ocurriera en las termas romanas.

Como antesala al templo, los hammamat fueron una pieza imprescindible en la expansión de la religión[1], estando asociados a uno de los cinco preceptos del Islam, la oración.

De sus otras funciones, podemos mencionar el uso terapéutico e higiénico de los baños; la relajación, con un fuerte componente erótico o el espacio como lugar de citas y otras relaciones sociales.  Dichas funciones harán que los baños empiecen a verse como un lugar refinado y confortable destinado principalmente a los grupos sociales acaudalados de la ciudad, es decir, los baños serán un objeto de lujo, al igual que los actuales spas. Esto justificará que, para evitar problemas y comportamientos contrarios a la ley coránica, se continúe con la separación de sexos comenzada en tiempos del emperador romano Adriano.

Al servicio de los asistentes a los baños estarán los trabajadores que llevan a cabo distintas labores, todas ellas relacionadas con el confort y no con la religión: masajistas, mozos de baño o encargados del vestuario. Entre los servicios se puede mencionar el depilado, afeitado y los masajes para los hombres y para las mujeres el peinado y cuidado del cabello, la aplicación de perfumes y potingues y el acicalamiento de las novias en su día de bodas.

Habiendo tratado ya la doble función (espiritual o recreativa) de los hammamat, pasemos a hablar sobre sus propietarios.

Los baños podían ser públicos o privados, aunque esta afirmación tiene sus matices. El Estado no se ocupaba de la administración de los baños públicos, sino que estos dependían de un fondo privado dejado por alguien en vida o testamento (waqf)[2]. Así, se trataban de instituciones privadas pero dedicadas al uso público, siendo edificios muy rentables para los waqifs, quienes arrendaban los baños a un empresario que se ocupaba del funcionamiento del establecimiento.

En cuanto a la ubicación de estos lugares, los baños andalusíes se situaban cercanos a las calles más transitadas, técnica para la captación de clientes; próximos a ellos encontramos también algún caudal de agua, ya sea natural o artificial, de los que hablaremos más adelante; por último, como ya dijimos, los hammamat se sitúan, aunque no siempre, vecinos a las mezquitas. 

            

Anatomía del hammam

Los hamammat se situaban en palacios o mansiones nobiliarios, en caso de ser privados o en barrios, alcazabas, medianas e incluso arrabales para el uso de la población. Se construían a un nivel más bajo que el de la calle y se accedía a ellos mediante unas escaleras, distinguiéndose desde fuera gracias a sus bóvedas, acabadas con un tragaluz con diversas formas, como la de estrella y cubierto con vidrios de colores que evitaban el paso de la lluvia. Además, en el caso de los baños residenciales, se situaban alejados de la entrada, mediante un sistema de varios codos, para preservar la intimidad.

Al igual que las termas romanas, la mayoría de los baños estaban compuestos por cuatro estancias principales, junto a salas de reposo y otras destinadas al servicio o a las letrinas, excepto en los casos en que por razones climáticas o económicas se reducían a dos. Además de esta separación según el número y tipo de salas, encontramos otra, más reciente, que engloba estas salas en tres áreas. Así podemos distinguir entre área de servicio, área seca y área húmeda[3].

En el área seca se encontrarían el zaguán, las letrinas, las salas de reposo y:

-El vestuario, en árabe bayt al-maslaj o maslah[4],  podía ser desde una modesta estancia hasta un verdadero palacete que podía ser usado como sala del trono en caso de formar parte de una mansión o un palacio.

El área húmeda estaría compuesta por las tres salas principales de los baños:

-La sala fría, bayt albarid. Es la que se encuentra más alejada del horno y más cerca del vestuario y las salas de reposo. Frecuentemente se trata de una sola sala alargada, aunque se puede dividir en dos o incluso tres zonas. Se trata de la sala más reducida, con espacios laterales reservados, a semejanza de las alhanías[5].

-La sala templada o bayt al-wastani. Situada entre la sala fría y la caliente, se destina al masaje y el descanso tras la sudoración o el enfriamiento del cuerpo, siendo lugar destacado en las relaciones sociales[6]. Esto explica que suela ser la estancia de mayores proporciones, dividida y abierta mediante cuatro galerías que en caso de falta d espacio se reducían a tres o dos. Su planta es parecida a la de la maslah.

-La sala caliente (bayt al-sajun). Es la estancia más cercana a la caldera, separada mediante un tabique de poco grosor, de planta rectangular que al igual que la sala fría se divide en estancias laterales. Su alta temperatura se mantiene mediante el horno, cuatro chimeneas, un sistema de hipocausto[7] bajo el suelo, una piscina de agua caliente y vapor proveniente de la caldera. Debemos aclarar que, a diferencia de las piscinas de las termas romanas, en los hammamat las piletas no estaban destinadas a la inmersión del cuerpo, sino que de ellas se extraía la cantidad de agua que el usuario considerase oportuno para el lavado. Esto se debía a que el agua, tal como ya hemos mencionado, se utilizaba para la purificación antes de la oración y si se sumergieran en ella, quedaría sucia y por tanto impura.[8]   

La necesidad de conservar la temperatura justifica el hecho de que se tratase de edificios sin ventanas con ventilación en las bóvedas mediante los tragaluces ya mencionados. Por último, en el área de servicio, al que se accedía por una puerta especial y que no comunicaba de ningún modo con las salas, encontramos un último componente fundamental para el buen funcionamiento de los baños, la caldera o al-burma, con forma cilíndrica o elíptica, situada sobre el horno de ladrillos y junto a la leñera. Comunicaba con la habitación del combustible  y era alimentada mediante leña a través de una abertura en la parte superior.

El que el área de servicio no se comunique de ningún modo con las salas de baño se justifica con la necesidad de mantener la temperatura, pero también con el hecho de que era necesario un encargado permanente para el buen funcionamiento del establecimiento, encargado que no debía ver a los clientes, pues, recordemos, también había mujeres.[9]

 

El abastecimiento y la distribución del agua

El abastecimiento del agua utilizada en los baños provenía de una serie de canalizaciones (acueductos), pozos o fuentes artificiales e incluso de manantiales naturales. Por tanto, cuantos más baños hubiese, mayor número de construcciones acuíferas había en la ciudad. Sería un caso significativo el de Córdoba o Sevilla, ciudades de gran tamaño.

Esta agua se almacenaba en aljibes particulares de algunos baños, que recogían el agua de lluvia. En otros establecimientos el agua provenía de una fuente y podemos mencionar casos de hammamat que se abastecían directamente de manantiales, extrayendo el agua a través de una noria.

En cuanto a la distribución, en la mayoría de los casos el estanque principal se situaba en alto y cercano a la caldera. De esta última salía el agua caliente a través de tuberías de metal o barro, controlada mediante grifos.

La evacuación de agua se realizaba mediante un sumidero situado en el vestuario; éste recogía el agua de las salas a través de un canal enlosado con mármol, que evitaba filtraciones. El agua del sumidero pasaba a la alcantarilla junto con las aguas residuales de las letrinas. 

 

Arquitectura y decoración

Sobre la decoración y el estilo arquitectónico en sí, podemos hablar de tres categorías: las bóvedas, las columnas y la decoración propiamente dicha. Empecemos hablando de las columnas:

6.1 Las columnas

El uso de columnas de mármol o piedra como instrumento de soporte dependía del rango social del dueño o destinatario de los baños y el estudio de éstas resulta complicado de realizar pues no se parte de una idea general y no hay suficiente material para plantear una hipótesis que sea aceptable. Así, no podemos decir que en todos los baños lujosos haya columnas, pues no las encontramos en Madinat al-Zahra, por decir un ejemplo y sin embargo sí los vemos en la Alhambra.

Si hay algo que podemos afirmar, es que al igual que para otras construcciones en numerosos hammamat se reutilizaba la piedra –y las columnas- de época romana.

6.2 Bóvedas

Como ya dijimos, los baños árabes andalusíes se reconocen desde el exterior por la particularidad de sus bóvedas y no por la fachada, que carecía de elementos significativos, salvo la escalera que daba a parar a un nivel más bajo que el de la calle.

Las bóvedas, cuyo mayor número en un solo baño podía ser de dieciocho, según las naves con las que contase[10], presentaban lucernas, claraboyas o tragaluces de formas geométricas, dándole ese aspecto tan llamativo. Este sistema de cubrimiento era necesario para unos edificios en los que debía ofrecerse una temperatura cálida constante.

El tipo más habitual era el de bóveda de medio cañón, al estilo de las bóvedas de los puentes. Podemos mencionar otras más escasas, como las de nervios cruzados en los baños de la judería de Zaragoza; la bóveda baída con hiladas circulares de los baños de Ronda, Baza y Jaén; las de cuatro y ocho paños del Baño Real de la Alhambra o de los baños de Mallorca o incluso cubiertas de madera con decoración de lazos en hammamat como los de Comares.  

Sobre las claraboyas, que ofrecían luz a los edificios lúgubres y oscuros, debemos decir que se realizaban mediante taladros que atravesaban el grosor de la bóveda y sobresalían desde fuera por encima del trasdós, decorándose en esta zona con cristales de colores. En cuanto al material, podían ser de piedra o más frecuentemente, de ladrillo. Además, no siempre se cubrían con cristales, tapándose con losas en tiempos de frío o lluvia. 

Sobre las formas de los tragaluces, podemos hablar de estrellas, hexágonos, octógonos, cuadrados, formas de perlas, etc. que se disponían de múltiples maneras y número.

6.3 La decoración

Para tratar este apartado seguiremos el ejemplo de la obra de Pavón Maldonado y hablaremos de decoración mural pintada; solería y zócalos vidriados y decoración de mármol y estuco.        

* 6.3.1 Decoración mural pintada

En la decoración de los baños predominaba el color rojo, aplicado sobre estuco en paredes, cúpulas, arcos, tímpanos, bóvedas y zócalos, realizando motivos geométricos, cenefas, decoración de ataurique y animal y, en contadas ocasiones, figuras de mujeres desnudas. Así ocurre en Medina al-Zahra, en los baños de la alcazaba de Jerez de la Frontera o en los mudéjares de Tordesillas. 

* 6.3.2 Solería y zócalos vidriados

La solería se realizaba con losas de piedras y en los baños más espectaculares con mármol, siendo este último utilizado sobre todo en la sala templada. El pavimento, tan lujoso en los baños privados y reales, se sustituye por solerías de estuco pintada de rojo o por losas de barros cocido, en ocasiones vidriadas con colores negro, verde y blanco.

Las baldosas, cuadrangulares o rectangulares, se disponían en hileras, haciendo un escalón. Tenía una longitud doble que el ancho (la más habitual de 30-15). Tampoco faltaban tiras estrechas, que hacían las veces de marcos.

Encontramos ejemplos de zócalos vidriados en la Mezquita Mayor de Muhammad III de la Alhambra o en la sala fría de los baños de los Abencerrajes, estos más sencillos.   

* 6.3.3. Decoración de mármol y estuco

La decoración de mármol se deja a los baños más ricos, como los del Salón Rico de Madinat al-Zahra en el que encontramos una pila de mármol y basas, jambas y arcos de mármol adornadas. Encontramos también ejemplos en el Baño Real del Cuarto de Comares de la Alhambra, en el que vemos un hermoso arco de mármol.


Bibliografía

-CARMONA AVILA, Rafael.: “La Madina Andalusí de Baguh (Priego de Córdoba): Una Aproximación Arqueológica” en XELB. Nº 9. Silves, 2009. 

-NAKHLI MTIRI, Abdelkader.: “La ciudad islámica: sus referencias culturales”. No publicado.

-NAVARRO PALAZÓN, Julio. y JIMÉNEZ CASTILLO, Pedro.: “Arqueología del baño andalusí: notas para su compresión y estudio” en Cursos sobre el Patrimonio Histórico 13: Actas de los XIX cursos monográficos sobre el Patrimonio Histórico. Santander/Reinosa, Universidad de Cantabria/Ayuntamiento de Reinosa, 2009

-PAVÓN MALDONADO, Basilio.: Tratado de arquitectura hispanomusulmana. Volumen 1. CSIC, Madrid, 1990. 


[1] En palabras de Pavón Maldonado.

[2] Sucedía lo mismo con otros inmuebles como mezquitas secundarias, cementerios o incluso puentes. El Estado sólo se ocupaba de las construcciones defensivas, palatinas o las colectivas realmente importantes, como la mezquita aljama.

[3] En NAVARRO PALAZÓN, Julio. y JIMÉNEZ CASTILLO, Pedro.: “Arqueología del baño andalusí: notas para su compresión y estudio” en Cursos sobre el Patrimonio Histórico 13: Actas de los XIX cursos monográficos sobre el Patrimonio Histórico. Santander/Reinosa, Universidad de Cantabria/Ayuntamiento de Reinosa, 2009

[4] El término maslah es utilizado para referirse a los vestuarios en el artículo anterior.

[5] Alhanía: en las casas andalusíes, espacios laterales de las alcobas destinados al dormitorio. 

[6] Ibídem.

[7] Hipocausto: sistema de calefacción del suelo de época romana mantenido en la Edad Media. Bajo el suelo se abrían unas galerías sostenidas mediante pilares de ladrillo por las que corrían gases calientes provenientes de un horno o caldera. 

[8] Ibídem.

[9] Ibídem. 

[10] Podemos mencionar el caso excepcional de los baños de Ronda, con una cubierta de 25 bóvedas. En PAVÓN MALDONADO, Basilio.: Tratado de arquitectura hispanomusulmana. Volumen 1. CSIC, Madrid, 1990.

 

 

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